Por tercer año consecutivo hemos celebrado la Navidad con nuestros niños de San Blas, niños muy pobres, por cierto.

Y de nuevo una mirada a la vida, una vida llena de contrastes, nos quita el sueño. Uno se ve rico al lado de toda esta gente. Y damos gracias a Dios por tener lo que tenemos. No nos convence que la riqueza se mida comparándose a los que tengan más. ¿No es más justo compararnos con los que tienen menos?

No seremos ricos por tener muchas cosas materiales, pero tenemos unos estudios, una cultura, unos conocimientos que nadie nos puede ya quitar; una familia o unos amigos que no nos permiten que nos falte lo esencial; tenemos nuestra Seguridad Social que, aunque en ocasiones deje mucho que desear, es muy superior a lo que aquí encontramos; tenemos siempre de dónde sacar para comer.

Sí, también en Navidad el mundo sigue dividido entre ricos y pobres. También en Navidad muchos niños no ven realizados sus sueños. Por muchas cartas que escriban a Santa Claus, o a Papá Noel, o los Reyes Magos, o al Niños Dios… no van a recibir ese juguete que quizás miraron en un escaparate o vieron en TV. La “Magia de la Navidad”, de nuevo, no es para ellos.

Por esta razón, aunque un año más hayamos podido vivir la Navidad de otra forma, hayamos podido hacer un poco más felices a más de cien niños de San Blas, hay mucho por hacer, y no sólo en estos días.

Es cierto que la Asociación Hijos del Maíz se siente orgullosa de lo que hace gracias al apoyo de muchas personas. Somos conscientes de que no podemos arreglar todos los problemas de esta tierra nicaragüense. Pero por ello, queremos seguir luchando para que nuestra riqueza sea un camino para compartir con quienes tienen menos, para que la Caridad (alguien la llama hoy solidaridad) nos siga empujando a reconocer que somos unos privilegiados y que la mayor alegría está en dar, mucho más que en recibir. Y ahora, ESCUCHA.  ¿Tendremos razón?